La cremación es una práctica que consiste en eliminar los restos mortales de un difunto quemándolo.
Esta praxis es una opción cada vez más solicitada por las familias españolas. Aún así, son muchas las dudas que hay al respecto de este hábito de reducir los cadáveres a cenizas.
Las preguntas más habituales sobre la cremación se resumen a continuación:
Hablamos de incineración cuando se procede a la combustión de materia orgánica hasta que ésta queda reducida a cenizas. Cuando este proceso se realiza sobre residuos, orgánicos o no, o animales por ejemplo, el término correcto es incineración.
Cuando lo que se incinera son restos humanos, es más apropiado hablar de cremación, aunque ambos términos son aceptados para hablar de este proceso funerario.
Una cremación se realiza en un horno crematorio que se ha proyectado y fabricado para este uso.
El proceso de incinerar un cadáver humano tarda habitualmente alrededor de dos horas. Si la persona cremada es obesa, puede alargarse hasta tres horas.
La cremación de un cadáver se hace siempre de manera individual. El cuerpo se prepara previamente, liberándolo de flores, joyas, prótesis médicas, …
El difunto se introduce en un ataúd especial, libre de metales y barnices.
El horno crematorio donde se realiza la incineración está diseñado para tal fin. Funciona con quemadores de gasoil y alcanza temperaturas de hasta 800 grados.
Tras las dos horas que dura el proceso, se enfrían las cenizas en un recipiente industrial. Después, se trasladan a otro recipiente en el que se machacan para homogeneizarlas. Este paso se conoce como cremulación.
Finalmente, las cenizas se recogen en una urna funeraria, que se cierra y se identifica con el nombre del fallecido.
Una vez finalizada la cremación, las cenizas son entregadas a la familia. Se ofrecen en una urna especial, siempre identificadas con el nombre del difunto.
Las familias dispondrán de las cenizas según sus deseos o los del propio fallecido.
Según las creencias y preferencias de cada uno, las ceniza funerarias pueden depositarse en un columbario o enterrarse en un cementerio, por ejemplo. También pueden guardarse en el domicilio familiar, o repartirlas por un terreno de su propiedad.
Hay quien prefiere esparcir las cenizas de su ser querido en el mar. En este caso hay que tener en cuenta que en muchas comunidades está prohibido. Así lo regulan las leyes medioambientales y su incumplimiento se castiga con duras sanciones.
También existe la opción de convertir las cenizas en una joya de recuerdo, una alternativa cada vez más demandada.
El precio de las cremaciones varía en todo el territorio español. En general, un servicio de cremación con las prestaciones mínimas oscila entre los 1.200 y los 2.000 euros. Siempre depende de la zona en la que se realice y de lo que cada familia elija para completar el servicio.
La asistencia mínima suele incluir, además de la propia incineración, el ataúd, la urna funeraria, las gestiones de documentación y los desplazamientos.
Las pólizas de los seguros de decesos suelen cubrir los costes de los servicios de incineración como lo hacen con los entierros tradicionales.
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