El origen de las funerarias en España se remonta a la primera mitad del siglo XX.
Hasta entonces, cuando una persona fallecía, lo habitual era atender en casa a la familia y amigos que acudían a darle el último adiós. En casa se depositaba el cuerpo del difunto y se vestía para su despedida. En casa se organizaba el velatorio, que duraba varios días dependiendo de la repercusión de la muerte del finado. Y desde casa se trasladaba el cuerpo hasta el cementerio para proceder a su inhumación.
Fue a mediados del siglo XX, cuando estas costumbres comenzaron a cambiar. Ocurrió por varias razones, principalmente sociales y sanitarias.
Por un lado, comenzaron a ser cada vez más habituales los fallecimientos en los hospitales. El enfermo ya no moría en casa, lo que reducía la comodidad y la lógica de realizar allí su velatorio. Además, se sumó que las viviendas eran cada vez más pequeñas y la costumbre de recibir allí muchas visitas se fue complicando.
Otra razón de peso fue el crecimiento de la exigencia de las normativas sanitarias. El hecho de velar al difunto en casa no era una opción muy higiénica, pues el proceso de descomposición del cadáver podía desencadenar enfermedades en los asistentes.
Todos estos cambios fueron dando lugar al nacimiento de un nuevo modelo de negocio, y sucedió el origen de las funerarias en España.
Con todas las limitaciones anteriormente expuestas, nacieron poco a poco las empresas funerarias. Las primeras fueron de titularidad municipal. Su labor facilitaba enormemente a las familias las prácticas tradicionales de la despedida de su ser querido.
Las también conocidas como empresas de pompas fúnebres vieron aparecer la liberalización de sus servicios en 1996. Mediante un Real Decreto, las empresas privadas del sector podían trabajar con las mismas condiciones que las municipales.
Estas empresas han cambiado mucho desde el origen de las funerarias en España.
Las empresas fúnebres comenzaron ofreciendo servicios de velatorio y transporte de difuntos, pero poco a poco aumentó su cartera de asistencias. Unos servicios que facilitarían a los familiares de los fallecidos la organización de su despedida.
Hoy en día ofrecen un servicio funerario integral y con una dedicación completa en un amplio horario laboral.
Gestiones como todos los desplazamientos necesarios del fallecido o la organización del velatorio, el funeral o el entierro, son trabajos habituales en su día a día. También el suministro de todos los productos necesarios para su organización, como el ataúd, la urna de incineración, las flores o la lápida.
Las empresas funerarias también se ocupan de todas las gestiones administrativas necesarias cuando ocurre un fallecimiento. Conseguir el certificado de defunción, el registro del fallecimiento, por ejemplo.
Igualmente, aunque son servicios menos habituales, estas empresas pueden encargarse de la repatriación de un cadáver o de facilitar asistencia jurídica a las familias. Todos ellos servicios que no existían en el origen de las funerarias en España.