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Esparcir las cenizas de un fallecido es un gesto cada vez más frecuente en nuestro país. En un momento en el que la cremación gana terreno día a día a la tradicional inhumación, decidir qué hacer con las cenizas del difunto es un tema importante para los familiares.

Tras la incineración de un fallecido, las cenizas son entregadas a la familia para que ésta disponga de ellas como mejor considere. Guardarlas en casa o depositarlas en un columbario son las opciones más habituales. También enterrar la urna como si de un féretro se tratara. 

En muchas ocasiones es el propio finado quien ha expresado en vida sus deseos al respecto. En otras, son los familiares quienes toman la decisión de qué hacer o dónde esparcir las cenizas, basándose principalmente en sus creencias, gustos y costumbres.

Dónde esparcir las cenizas de un fallecido

Cuando la elección es esparcir las cenizas de un familiar en lugar de guardarlas, debemos tener en cuenta diversas cuestiones: desde la urna en la que están depositadas las cenizas hasta el espacio escogido para llevar a cabo el esparcimiento tras la incineración.

La legislación española no es homogénea en todas las Comunidades Autónomas, aunque sí especifica la prohibición de depositar o esparcir las cenizas en las vías y los parques públicos. Sí permite hacerlo en algunos lugares concretos y siempre bajo una serie de condiciones. Las sanciones en caso de incumplimiento pueden superar los 800 euros porque este acto se puede considerar un delito contra el medio ambiente.

Esparcir cenizas en la naturaleza sin urna no está regulado a nivel estatal, pero puede estarlo a nivel autonómico o municipal. Por ello conviene informarse sobre la legislación concreta de cada localidad sobre el tema.

Si se elige depositar las cenizas con una urna, ésta tendrá que ser biodegradable. Estos recipientes están fabricados de arena, papel o sal y se desintegran completamente en la naturaleza. Las urnas no biodegradables están fabricadas con materiales contaminantes como vidrio, metal, plástico o cerámica, lo que las convierte en altamente perjudiciales para la naturaleza.

Depositar las cenizas en un lugar habilitado

En muchos cementerios ya existen lugares habilitados para esparcir las cenizas de un fallecido tras su cremación. Son zonas reservadas para tal fin y protegidas de los intrusos para asegurar el respeto a los finados.

Es el caso, por ejemplo, del ‘Jardín de las Cenizas’ del Cementerio de Torrero de Zaragoza, un espacio de recogimiento con muy buena aceptación social.

Esparcir las cenizas en un lugar privado

No existe ningún problema si las familias deciden esparcir las cenizas de un difunto en un lugar privado. Un terreno perteneciente a la familia es uno de los lugares más habituales donde se suelen depositar las cenizas fúnebres

En algunas ocasiones se realizan actos simbólicos como plantar un árbol y esparcir las cenizas del fallecido sobre él. O enterrarlas junto a sus raíces en una urna ecológica.

Disgregar las cenizas en un lugar público

Uno de los deseos más habituales es esparcir las cenizas de un difunto en el mar. Interesa saber que no está permitida esta acción si no se cuenta con los permisos necesarios que otorga la autoridad competente en cada caso. Normalmente basta con el permiso del Ministerio de Fomento, aunque conviene informarse en cada Comunidad Autónoma.

Realizar este acto requiere que las cenizas estén depositadas en una urna ecológica, que se lanzará al mar cerrada, evitando así daños y contaminación en el ecosistema marino. De esta manera, la urna se irá descomponiendo lentamente y las cenizas se integrarán paulatinamente en el mar.

La otra condición indispensable es que las cenizas deben depositarse en el mar como mínimo a cinco kilómetros de la costa.

Otro requerimiento habitual de algunas personas es que sus cenizas sean esparcidas en espacios naturales como bosques, montañas, … Conviene saber que no todos estos espacios son aptos para este tipo de prácticas. Las cenizas deben ser depositadas o esparcidas en los específicamente destinados para estas acciones. Cada vez más Ayuntamientos habilitan terrenos y espacios para la deposición de las cenizas de los difuntos, dentro de los cementerios o en parajes naturales concretos. En ellos se pueden enterrar las urnas biodegradables o bien esparcir las cenizas por el terreno. Un ejemplo es el bosque de cenizas de Sant Tomàs de Fluvià, en Gerona, 6 hectáreas de terreno boscoso a disposición de las familias para despedir a sus familiares en plena naturaleza.

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