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Los mitos sobre el duelo son antiguos conceptos erróneos que se han transmitido a lo largo de los años generación tras generación. Afortunadamente, hoy en día se consideran ideas obsoletas sobre la manera de interpretar el dolor ante la muerte.

Experimentar el fallecimiento de un ser querido es uno de los momentos más complicados para cualquier persona. Lograr deshacerse de penas y culpas sin sentido, mitificadas a lo largo de los años, nos ayudará a llevar nuestro duelo con tranquilidad y calma. Y a no dejarnos arrastrar por los pasados mitos sobre el duelo.

Mitos sobre el duelo

Como ya comentábamos en nuestro post anterior de los mitos sobre el duelo, 

estas creencias pueden aumentar nuestro dolor, e incluso llegar a aislarnos de nuestro entorno. Debemos lograr huir de ellos para conseguir una adecuada salud emocional.

Los tres mitos sobre el duelo que analizábamos anteriormente son: 

  1. Evitar mencionar a la persona fallecida o pensar en ella.
  2. Hay maneras correctas e incorrectas de llevar el duelo.
  3. Existe un tiempo concreto de duración del duelo.

Además de éstos, también queremos destacar otras cuatro creencias mitificadas erróneamente que analizamos a continuación.

Otros mitos sobre el dolor tras una muerte

4, La duración del duelo refleja el amor por el difunto.

Esta idea, evidentemente, no es cierta. Cada persona tiene sus propios sentimientos y sus propios plazos para encajar una muerte. No se quiere más a un difunto por sufrir más por él o por padecer un duelo más largo. 

El dolor de cada uno no puede compararse con el de ningún otro. Ni tampoco valorar la intensidad de sus sentimientos por el difunto. 

No debemos confundir la manifestación externa del dolor de cada persona con el nivel de su dolor interior. El llevar un duelo de una manera más íntima no significa que se sienta menos dolor por la pérdida. Ni tampoco que el duelo haya durado menos tiempo del considerado correcto socialmente.

Conseguir aceptar una muerte como parte natural de la vida no significa olvidar a una persona ni los sentimientos hacia ella. Sencillamente, es la capacidad de adaptarse a la nueva situación, aceptar la nueva normalidad.

5, Hay que mostrarse fuerte ante los demás.

Otro de los mitos sobre el duelo más extendidos es el de deber mostrarse fuerte ante el resto de familiares y amigos. 

Las personas que tienen una mayor responsabilidad familiar suelen reaccionar ante una muerte tratando de ocultar sus sentimientos y sus lágrimas. Su objetivo es mantener la idea de pilar familiar, una base fuerte, que protege al resto ante la adversidad del momento. Tienen la creencia de que, si ellos se derrumban, el resto van a sentirse más desprotegidos y vulnerables. Así, ocultan sus verdaderos sentimientos y emociones, algo que no favorece en nada su salud emocional. 

Reprimir las emociones reales y no dejar que el duelo fluya de una manera adecuada puede hacer que el dolor se enquiste y que el proceso de duelo se alargue demasiado. Al igual que ocultar las lágrimas, que puede ser considerado por muchos un signo de debilidad pero no deja de ser el fluir de las emociones reales. Y dejar que las emociones fluyan siempre es positivo en la recuperación de un duelo.

6, El derecho al duelo.

Muchas personas creen que únicamente los familiares más cercanos al difunto tienen el ‘derecho’ a sufrir el duelo de su muerte.

También debemos desechar este mito sobre el duelo. Este dolor lo vive cualquier persona con un apego emocional al fallecido, sin importar la relación que existiera con él. Cualquier amigo del finado, cualquier familiar más o menos lejano, puede sentirse triste por la pérdida y padecer su duelo durante un tiempo. También un vecino, un compañero de trabajo, alguien con quien se relacionara en su día a día.

A muchos les afecta la pérdida de una persona pública o algún personaje famoso, aunque no la llegaran a conocer nunca personalmente. 

7, La medicación es necesaria para aliviar el dolor

Algunas personas entienden o viven el duelo como una enfermedad. La ansiedad, el malestar físico y la depresión asociados a esta pena pueden hacernos pensar en ello.

Es necesario trabajar el duelo para conocer y comprender lo que nos ocurre sin sentirnos enfermos. Una pérdida no trabajada de manera adecuada, emocionalmente hablando, deriva habitualmente en procesos más dolorosos y complicados.

De igual manera, la medicación puede ser indicada en algunos individuos para los que el proceso de duelo sea complicado e incluso requiera de ayuda profesional.

Pero el duelo no es una enfermedad, sino un proceso de transición. El objetivo no es recuperarse como si de una patología se tratara, sino el reconocimiento y la adaptación de la nueva realidad. 

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